El plato fuerte, fue la atención a los niños.
Tanto Paco, el propietario, como Eva, la cuidadora, ponían como prioridad el cuidado de los mas pequeños.
Fuimos un grupo de 11 parejas con hijos, y pudimos estar tranquilos. Se encargaban de los niños, desde después del desayuno, hasta después de la cena, Estuvieron con ellos dentro de la piscina climatizada sin quitarles ojo de encima, les hicieron juegos de magia, figuras con globos, búsquedas de tesoro, tiro al arco, manualidades, y faltaron actividades por hacer por falta de mas tiempo. mientras tanto los mayores, o echando la siesta, o en la barra libre, o de relax, o de paseo, con la misma tranquilidad, que si se hubiesen quedado con los abuelos, pero teniéndolos al lado.
Gracias Paco, como te dijimos, eres un trozo de pan. Gracias, Eva, parecias la madre de ellos.
Por otro lado, el otro fuerte del hotel es la comida. Aunque solo había un menú para todos igual, he de decir que los que no les gustaba algo de lo que había, se les hacia otra cosa.
Muy muy buena cocina, comida casera, platos abundantes, incluso para repetir dos veces, primeros platos de montaña como a mi me gustan, cuchara, y plato hondo, tu perola al lado, y sírvete todo lo que quieras.
Segundos platos bien preparados, sabrosos, y sin racaneos.
Postres de elaboración propia, pero si quieres fruta, come la que quieras.
Habitaciones correctas, con buenas vistas, barra libre (contratada con antelación) allí estaba Rut, paciencia de santo. No debe de ser fácil en un grupo de 22 colegas aguantar tantas chorradas. Te damos las gracias, Ruti.
Billar, padel, futbolín, cancha de futbol y basket, piscina climatizada, buenos paseos,etc, etc, etc. buena compañía, y buen servicio.
Lo único malo, es que los niños se fueron llorando, por que había que irse.
ha quedado marcado como punto de referencia para volver.